No me digan ustedes en dónde están mis ojos,
pregunten hacia dónde va mi corazón. Jaime Sabines

sábado, 5 de marzo de 2011

Enfermo

Mi amigo me dice que estoy enfermo muchas veces.
Piensa que debería calmarme mucho más.
Que él es fuerte, robusto, humano y mucho más
pero que mi ritmo de vida le agota a veces.

Que deje de pensar en ella sola y desnuda
y que tenga mi mano ocupada en mis cosas,
que no solo sirven para coger mariposas,
y ni mucho menos para comer aceitunas.

Que no la imagine desnuda por un tiempo,
y que por un tiempo le deje en paz, tranquilo.
Que no me obsesione por dormir en su ombligo.
Que me entretenga, que me cuide. Que estoy enfermo.

Con tantas súplicas, ruegos, lágrimas y lamentos
a veces me olvido de desnudar su cintura.
Me hace creer en eso, en eso de que estoy enfermo
por sus ojos, por su boca. Por mi escritura.

viernes, 25 de febrero de 2011

El odio

El odio sobre el seno lentamente
besa al amor con sus uñas hincadas.
Su saliva traspasa la helada
carne de besos y labios pendientes.

Los dientes se arrancan ferozmente
hacia el sexo de boca besada,
y los ojos ciegos, que no ven nada,
besan y aman a ciegas, ciertamente.

El odio es ciego con ojos de amor,
que arrebata al músculo carcomido.
Sus pupilas de sangre sangran calor

rojizo de pechos y sexo herido.
El odio hiere y mata el muy cabrón,
y solo el amor puede con su olvido.

jueves, 10 de febrero de 2011

Miran

La carretera muestra una vertiginosa curva
Entre barrotes y edificios abandonados.
La oscuridad se tiñe de rojo y de blanco
Ante otros coches quietos y desarmados.
Todos miramos a todos lados, todos a ningún sitio.
El viento canta y los arboles bailan
Anónimas canciones dentro de los coches.
El fuego que se enciende y la llama calienta
El músculo central y corazones invertidos.
Porque todos miramos a todos lados,
Y algunos algún sitio.
Buscamos lo deseoso y lo prohibido entre sombras,
Y entre sombras lo encontramos
De unos cuerpos ya aprendidos.
Buscamos lo prohibido porque aprendemos a desearlo,
Y prohibimos lo deseado porque otros quieren aprenderlo.
Quieren, otros, desesperados  que miran para ver algo
Que no se mira.
Y desesperados, otros, amargos que buscan lo desesperado
del deseo enfermo sin olvido,
Ante la espera de encontrar la esperanza
de encontrar el secreto y lo prohibido.

sábado, 29 de enero de 2011

Noventa y seis

Su vida acaba como acaba su cuerpo
Erguido, acurrucado y plano en su cama.
No descansa el pobre, ni come ni bebe el viejo
Sorbos de vida y muerte que su vida bebe y canta.

Sus sueños descansan en su cuarto agarrados
Por el collar de la vida y collar de la muerte,
Mutilados por sus venas que tiene como manos,
Hincados por su carne que tiene como dientes.

El pobre Quijote que no muere, sino vive,
Como lento vive el feto dentro del vientre,
Que lenta es su respiración que resiste
Como resiste a su media muerte lentamente.

Viejo, que tus carnes ya no pueden con tu siglo,
Ni tus ojos de locos, ni tus huesos de cristal,
Ni tu corazón de luz y sombra, ni tus hijos,
Ni tu vida ni muerte, ni tus sueños en la mar.

Sueña, sueña y vete soñando sombras
Que tu vida se acaba, tus sueños morirán
Entre pétalos de putas, jazmín y alondras,
Entre sueño y ronquidos, entre sueño y la mar.

jueves, 20 de enero de 2011

Entre polvo y polvo

Entre polvo y polvo
Encuentro un tiempo eterno.
Es                 pe                ro
Entre un          tic                 tac,
Y un caprichoso      toc                tuc.
D    e    s    e    s    p    e    r   o
Y me duermo
Con la cabeza cerrada y los ojos abiertos
(Esto se llama insomnio,
Y no hay pastillas para curar mi tiempo).

Tic                       Tac
Toc                      Tuc

Mientras   d   e    s    e    s    p    e    r   o
Es   pe   ro        y        espero
Algo que llevarme a la boca:
Tu necesitas mi tiempo.
Yo necesito tu cuerpo.

Tengo hambre mujer, y solo hay comida.
Solo hay alimentos que salen de alimentos
Y yo quiero  a  l  i  m  e  n  t  a  r  m  e
De ti, de tu cuerpo.

Quiero que mis manos sean mis cubiertos.
Quiero que tu sangre sea mi vino
Y mi pan                                              tu sexo.

Que no alimentes a nadie más que solo a mi, mujer.
Que nadie te abra las piernas como yo,
y que nadie te susurre a tus labios
Lo que calla mi lengua cuando callo.

sábado, 15 de enero de 2011

Cuatro ojos

Los escritores siempre tienen gafas. Lupas más grandes para alcanzar los sueños más lejanos. Somos cuatro ojos, y en cada uno, limitado por la distancia de nuestra vista, observamos con distinta mirada la realidad que tocamos, según cada ojo.
Mi ojo izquierdo, el pobrecito, vago que no ve ni un carajo, es como uno de mis huevos, ni pincha ni corta, ni mira ni observa. No hace nada. Por eso nunca me rasco mi entrepierna, ya que tengo, como ya sabéis, mi ojo izquierdo para eso. Este es mi ojo soñador, quien me obliga a cerrarlos y tocar luciérnagas de noche y flores de día. Es mi ojo poeta, es decir, mi ojo cabrón por así decirlo.
En cambio, mi ojo derecho es el chino de cualquier tienda. Veinticuatro horas trabaja y veinticuatro horas se cansa. Éste ve todo: la orina de un perro, la sonrisa de una tuerta, las lágrimas de un ciego. Y a veces, incluso, ve a Dios jugando con las orillas del mar en Haití, con aviones en una ciudad, y con petardos en estaciones.
El pobre aguanta todo, y es normal que se canse. Pero me da miedo, porque también es un cabrón, como el otro. Se deja influenciar por el ojo izquierdo y ya no hay quien le pare. No me deja ver lo que quiero ver, y se pone en huelga como si controlador aéreo se tratase.
Luego, si que se pone firme al ver unas piernas cortas y cruzadas, unas nalgas apretadas o un flequillo entre ceja y ceja. Me ilusiono y admiro lo que veo, hasta que pierdo la distancia y vuelve la borrosidad de mi vida.
Creo que los dos, el derecho y más el izquierdo, han pactado algo. No se han dado la mano, pero si las pestañas, para eso que yo llamo el pacto del vago. Están muy agusto en eso de no hacer nada, de no ver nada y soñar e inventar palabras y letras, historias y amores. Y yo, al ver esta justicia, mientras que mis ojos se dirigen al mundo de mi poesía, me dirijo a comprar un bastón blanco o un perro, porque creo que me harán mucha falta, en este mundo de cuatro ojos, capitán de las palabras.

martes, 28 de diciembre de 2010

Dos lugares distintos, una sola mirada



















Dos lugares distintos y una sola mirada,
Gente y gente pasa pero nunca pasa nada.
Nos miramos, te conservo sin ninguna palabra.
Dos segundos dura el amor, dura nuestra mirada.

Ya no me miras pero yo te sigo observando.
Quizás notes en tu pelo, en tu nuca mi figura,
Quizás sientas frío ya que te esté desnudando,
Quizás sientas calor cuando bese tu cintura.

Ojala que todo esto fuera cierto, real fuera,
Y que no viva de una mirada inoportuna,
Que sean míos esos ojos que tiernos eran
Provocando en mí un arrebato de locura.