El odio sobre el seno lentamente
besa al amor con sus uñas hincadas.
Su saliva traspasa la helada
carne de besos y labios pendientes.
Los dientes se arrancan ferozmente
hacia el sexo de boca besada,
y los ojos ciegos, que no ven nada,
besan y aman a ciegas, ciertamente.
El odio es ciego con ojos de amor,
que arrebata al músculo carcomido.
Sus pupilas de sangre sangran calor
rojizo de pechos y sexo herido.
El odio hiere y mata el muy cabrón,
y solo el amor puede con su olvido.
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