No me digan ustedes en dónde están mis ojos,
pregunten hacia dónde va mi corazón. Jaime Sabines

sábado, 15 de enero de 2011

Cuatro ojos

Los escritores siempre tienen gafas. Lupas más grandes para alcanzar los sueños más lejanos. Somos cuatro ojos, y en cada uno, limitado por la distancia de nuestra vista, observamos con distinta mirada la realidad que tocamos, según cada ojo.
Mi ojo izquierdo, el pobrecito, vago que no ve ni un carajo, es como uno de mis huevos, ni pincha ni corta, ni mira ni observa. No hace nada. Por eso nunca me rasco mi entrepierna, ya que tengo, como ya sabéis, mi ojo izquierdo para eso. Este es mi ojo soñador, quien me obliga a cerrarlos y tocar luciérnagas de noche y flores de día. Es mi ojo poeta, es decir, mi ojo cabrón por así decirlo.
En cambio, mi ojo derecho es el chino de cualquier tienda. Veinticuatro horas trabaja y veinticuatro horas se cansa. Éste ve todo: la orina de un perro, la sonrisa de una tuerta, las lágrimas de un ciego. Y a veces, incluso, ve a Dios jugando con las orillas del mar en Haití, con aviones en una ciudad, y con petardos en estaciones.
El pobre aguanta todo, y es normal que se canse. Pero me da miedo, porque también es un cabrón, como el otro. Se deja influenciar por el ojo izquierdo y ya no hay quien le pare. No me deja ver lo que quiero ver, y se pone en huelga como si controlador aéreo se tratase.
Luego, si que se pone firme al ver unas piernas cortas y cruzadas, unas nalgas apretadas o un flequillo entre ceja y ceja. Me ilusiono y admiro lo que veo, hasta que pierdo la distancia y vuelve la borrosidad de mi vida.
Creo que los dos, el derecho y más el izquierdo, han pactado algo. No se han dado la mano, pero si las pestañas, para eso que yo llamo el pacto del vago. Están muy agusto en eso de no hacer nada, de no ver nada y soñar e inventar palabras y letras, historias y amores. Y yo, al ver esta justicia, mientras que mis ojos se dirigen al mundo de mi poesía, me dirijo a comprar un bastón blanco o un perro, porque creo que me harán mucha falta, en este mundo de cuatro ojos, capitán de las palabras.

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