Ella dice que ya no le
escribo.
Que mis poemas de amor ya no
son de amor.
Que ya no es mi musa, y que
me ve un tanto esquivo
Cada vez que me habla de mis
poemas de no amor.
Ella dice que deje esa
mala poesía. Que deje las putas,
El sexo y el alcohol.
Dice que no conozco ni la
mitad de lo que escribo.
Que deje de leer a (poetas)
rancios. Que aprenda de otros.
Que me busque a otro
mentor.
Pero ella sabe, y a veces
hasta con razón,
Que me enfado si no tengo
mi porción de tarta
Para manchar sus piernas. Que
quisiera desayunar
Desnudo la humilde leche
manchada en sus pechos,
La carne rosada debajo del
ático. Para verla así,
Desnuda ella y yo
sediento. Y cenar, y beber,
Y enfermarme de la vida que
se pierde
Y que tenemos como tiempo.
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